jueves, 29 de noviembre de 2012

El medallón perdido

¿Quieres estar seguro de que has preparado bien el control de lectura de El medallón perdido? Compruébalo realizando este test.



Concierto de música de cine


Esta mañana hemos disfrutado de un estupendo concierto de la Orquesta Sinfónica Municipal de Sevilla en el teatro Virgen de los Reyes. Aquí están cuatro de las bandas sonoras con las que más he disfrutado. ¿Cuál ha sido tu preferida? 

Si no conoces las películas, también puedes sacarlas en préstamo de alguna biblioteca o algún videoclub. Os aseguro que las cuatro merecen la pena.

Carros de fuego

Los siete magníficos

La vida es bella

En busca del arca perdida

lunes, 26 de noviembre de 2012

El azúcar feroz


Una mañana un niño llamado Daniel fue a la cocina a hacerse un colacao con su tostada. Lo preparó todo, la leche, el pan y el Cola Cao y sólo le faltaba el azúcar, el ingrediente estrella. Cogió el azúcar y metió la cuchara para echársela al desayuno.

De repente el azúcar le dio un tirón a la cuchara y se la tragó. El niño se asustó, llamó a su madre y le contó lo que había pasado. La madre metió la mano para coger la cuchara (porque le creía). Entonces la madre gritó, sacó la mano y tenía la señal de un mordisco y estaba sangrando. Daniel rápidamente fue al botiquín y le curó la herida. Cogió el azúcar, se encerró en su cuarto, la tiró sobre su escritorio y vigiló durante mucho rato para ver si se movía. Estaba a punto de dormirse cuando el azúcar se movió para escaparse.

El niño agarró rápidamente el tarro del azúcar y la atrapó. En ese momento se le vino a la cabeza una muy buena idea. Bajó al salón para decirle a su madre que si se la podía quedar como mascota. La madre, extrañada, le dijo que sí pero le preguntó que para qué la querría. El niño empezó enseñándole al azúcar a que fuera a por el palo, como un perro, o a hacerle un dibujo y que se lo repitiera en el papel, etc. El niño pensó que si le enseñaba a no hacer daño podría ser su mascota. Un día salió de su cuarto con el azúcar en la mano cogida por una correa y, sorprendentemente , había conseguido amaestrarla. La madre no compró más azúcar en polvo en toda su vida; compraba terrones de azúcar, que también tienen tela los terrones. Pero eso es otra historia.

jueves, 22 de noviembre de 2012

El bolígrafo cansado

Procedencia de la imagen


Había una vez dos gemelos llamados Víctor e Ignacio. Tenían los ojos marrones, el pelo castaño y la nariz pequeña. Víctor siempre iba con pantalón corto y camiseta, mientras que Ignacio siempre iba con vaqueros y una camisa.
Un día, en el colegio, les dijeron que tenían que asociar un adjetivo a cada nombre que había en una lista muy larga, y ellos, bromeando, empezaron a escribir:
  • La pelota es cuadrada.
  • El libro es redondo.
  • El girasol está contento
  • La ventana está triste.
  • El bosque es elástico.
  • El bolígrafo está cansado.
En ese momento, y sin ninguna razón, el bolígrafo dejó de escribir. Los gemelos creían que se le había acabado la tinta, pero era imposible porque el bolígrafo era nuevo. Entonces, fueron a coger otro, cuando una voz dijo:
―¡Dejadme descansar, que no paráis! Puede que sea nuevo, pero a este paso me voy a terminar muy pronto.
Había sido el bolígrafo quien había dicho eso. Los gemelos se quedaron con la boca abierta al verlo de pie sin que nadie le sujetara. Entonces, le dijeron:
―Bueno, y ¿qué necesitas para descansar?
―Con que hagáis los bien las cosas y rápido, me basta.
―Pero con esta lista tan larga vamos a tardar horas en terminarlo ―dijo Ignacio.
―Tranquilos, que yo os ayudo.
El bolígrafo les ayudó, y, gracias a él, terminaron los deberes muy pronto. Esta vez, escribieron:
  • La pelota es redonda.
  • El libro es cuadrado.
  • El girasol es amarillo.
  • La ventana está abierta.
  • El bosque es grande.
  • El bolígrafo está lleno.
Cuando terminaron le dijeron a “Boli”, que es como lo habían llamado:
―Gracias Boli, ¿mañana, si tenemos deberes, nos ayudas?
―Claro, aquí me tenéis para lo que sea.

Matt, el caracol veloz


Esta historia comienza con un protagonista muy peculiar: Matt. Él, tiene una característica poco común para los de su especie: es un caracol veloz. Ya cuando nació era distinto a todos sus hermanos. Mientras que todos ellos tardaban en llegar al otro extremo del árbol, donde vivían, cerca de media mañana, Matt realizaba el mismo recorrido en cinco escasos minutos. Como era tan rápido, ningún caracol quería jugar con él. Pero Matt sabía que algún día esa habilidad le podría ayudar en la vida.
El día en el que Matt sabía que podría utilizar su habilidad, por fin llegó. Junto al árbol donde vivía, habían puesto un cartel que decía:

¡ANÍMATE Y APÚNTATE, NO PIERDAS LA OPORTUNIDAD!
GRAN CARRERA EL PRÓXIMO LUNES JUNTO AL RÍO A LAS DOCE DE LA MAÑANA. DEMUESTRA LO RÁPIDO QUE ERES, SÉ EL MÁS VELOZ.

Matt, abrió sus diminutos ojos tanto mientras leía ese cartel, que no se lo podía creer. Fue corriendo a apuntarse casi sin respirar. Y mientras se apuntaba, los demás animales lo miraban con cara de extrañeza como diciendo:
―¿Un caracol en una carrera? ¡Ja, ja, ja, ja!
Por fin llegó la mañana de la carrera, y Matt estaba seguro de que sería el ganador. Miraba a su alrededor a sus contrincantes: una liebre, un guepardo, un caballo y una serpiente. Pero respiró hondo y pensó para dentro:
―Soy el mejor, soy el más veloz.
La carrera comenzó, y, ¿a que no adivináis quien ganó?. Pues si efectivamente, Matt fue el ganador. Por fin demostró que era especial: era un caracol veloz.

La ciudad comestible


Érase una vez una ciudad normal y corriente. En ella vivían muchos ciudadanos. Un día por la noche unas hadas fueron a su ciudad que se llamaba “Ville” y la rociaron completamente con unos polvos mágicos. Al día siguiente no pasó nada. Pero al cabo de un mes sí que pasó algo extraño. Todas las cosas de la ciudad se convirtieron en comida y cobraron vida. Por ejemplo, la comisaría era una rosquilla gigante y las casas un menú entero. Los habitantes se querían comer toda la ciudad, pero la comida tenía sentimientos y les dijo un discurso que les llegó a todos al corazón. Entonces hicieron las paces las comidas y las personas. Se llevaron tan bien que todos fueron amigos. Los niños, las niñas y las comidas jugaban al fútbol, al baloncesto, a saltar a la comba etc. Y los adultos quedaban con ellos para hablar de sus cosas íntimas. Un día sucedió que los habitantes de una ciudad cercana se enteraron de que “Ville” era comestible y vinieron a comérsela. Pero sus habitantes, como eran sus amigos, la defendieron y ganaron echando a sus enemigos y dejándoles bien claro que no vinieran nunca jamás. Al final se enteró el mundo entero y no les volvieron a molestar.

La amapola miedosa



Un día estaba lloviendo mucho. Me encontraba en la cama tumbada sin hacer nada. De pronto oí un gemido que venía del jardín. Al principio creía que era mi hermano viendo su chorrada de serie de ninjas. Pero no, era alguien que estabas aterrorizado por algo o por alguien. Cuando terminó de llover, salí al jardín y vi que no era una persona sino una amapola roja vistosa mojada. Fui a ver y cuando me vio se escondió en una especie de capullo de pétalos. Le pregunté:
― ¿Qué te pasa, amapola?
―Tengo miedo ―me dijo―, mucho miedo.
―¿Por qué?
De repente se giró y me dijo descaradamente que por qué hacía tantas preguntas. Yo le contesté que solo quería saber qué le pasaba. Ella me contó que había nacido con mucho miedo porque veía que siempre había algo que destruía su ciudad de flores. Podía ser un incendio, alguien tan tonto como para arrancar las flores o un jardinero que se despistaba al cortar el césped con la podadora. Yo le expliqué que no le iba a pasar nada, que yo la iba a proteger. Amapoli, que es como se llamaba, se sintió a salvo, cuando de pronto, un jardinero pasó con la podadora y la iba a destruir. No sabía qué había ocurrido y me salió una lágrima de tristeza porque le prometí que no le iba a pasar nada. Entonces vi algo rojo muy vistoso… ¡ERA AMAPOLI! No le había pasado nada, solamente la había rozado. Desde ese momento juré que la iba a cuidar. Cogí una maceta y me la llevé a mi habitación. Aquello me sirvió para estar pendiente de las cosas y tratarlas con respeto.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Tipos de texto

Para hacer este ejercicio recuerda que en la esquina superior derecha del mismo tienes un icono que te permite que ocupe toda la pantalla. Sin embargo, si vas a escribir es necesario que lo minimices, porque en modo pantalla completa no es posible hacerlo.

jueves, 15 de noviembre de 2012

El adjetivo

Para hacer este ejercicio recuerda que en la esquina superior derecha del mismo tienes un icono que te permite que ocupe toda la pantalla. Sin embargo, si vas a escribir es necesario que lo minimices, porque en modo pantalla completa no es posible hacerlo.