lunes, 10 de diciembre de 2012

El bosque sabio


Una mañana después de vestirme, desayunar, limpiar y ducharme, decidí ir al Bosque Sabio. Cuando salí de mi casa, crucé la calle y me adentré en el bosque. Escuché muchos ruidos, claro. Mi reacción fue salir corriendo, pero se me olvidó dónde estaba la salida.

Me tiré al suelo, lloré y grité cinco veces “¡MAMÁ!”... y en la oscuridad del bosque apareció una bola en la que se encendió una llamita de fuego, y la perseguí como una niña pequeña sigue a una mariposa.

Tras andar veinte minutos sin rumbo, escuché voces. Voces sobre informaciones, poemas, cuentas... Me volví a asustar cuando una rama me tocó el hombro.

—¡MAMÁ! ¡MAMÁ! —grité llorando asustada.

—Tranquila, no como niñas ni niños jóvenes —dijo el árbol

Tras una hora de charla, el señor Árbol me dijo que para pasar el Bosque Sabio, tenía que responder a cinco preguntas, una de Mates, otra de Literatura, otra de videojuegos, una adivinanza y un trabalenguas.

—Primera pregunta —dijo el árbol.

—¿Cuánto es 20:5x6+57-8? —dijo el árbol número uno.

Yo asustada respondí:

—¿73?

—Correcto, pasa por aquí, sigue el camino púrpura, te llevará al árbol número dos.

Sin saludar dijo el árbol número dos:

—¿De quién es el poema siguiente?

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar sino vuela
un velero bergantín.

—¿Es de José Espronceda? - dije, insegura.

Saltó una luz verde y se abrió el camino púrpura.

El tercer árbol dijo:

—¿Cuántos años tiene el juego de Mario Bross...?

—¡25! - respondí segurísima.

Se abrió el camino púrpura otra vez y continué mi aventura.

El cuarto árbol me planteó una adivinanza:

—Amarillo por fuera, blanco y dulce por dentro... ¿qué soy?

—El plátano —respondí yo. 

El último árbol fue el que más trabajo me costó.

—Si dices bien este trabalenguas te daré un gran regalo —dijo el árbol—. Repite lo que digo yo: 

Abrí cajones y cogí cordones,
cordones cogí y cajones abrí.

Yo respondí:

—Abrí...cajones y cogí cor...cordones,
co...cor...dones cogí y cajones abrí.

—Muy lenta pero muy bien, toma tu regalo —dijo el árbol.

¡ERA UN PEZ DE COLOR NARANJA!

—Gracias por todo. Os haré una promesa, seréis muy famosos en todo el mundo —respondí. 

Cuando llegué casa y puse la tele salieron en “Hoy Noticias” los cinco árboles. Al día siguiente, cuando volví al bosque, estaba lleno de gente. Me acerqué a uno de ellos y me dijo:

—Laura, gracias por todo.

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