Un día estaba lloviendo mucho. Me
encontraba en la cama tumbada sin hacer nada. De pronto oí un gemido
que venía del jardín. Al principio creía que era mi hermano viendo
su chorrada de serie de ninjas. Pero no, era alguien que estabas
aterrorizado por algo o por alguien. Cuando terminó de llover, salí
al jardín y vi que no era una persona sino una amapola roja vistosa
mojada. Fui a ver y cuando me vio se escondió en una especie de
capullo de pétalos. Le pregunté:
― ¿Qué te pasa, amapola?
―Tengo miedo ―me dijo―, mucho
miedo.
―¿Por qué?
De repente se giró y me dijo
descaradamente que por qué hacía tantas preguntas. Yo le contesté
que solo quería saber qué le pasaba. Ella me contó que había
nacido con mucho miedo porque veía que siempre había algo que
destruía su ciudad de flores. Podía ser un incendio, alguien tan
tonto como para arrancar las flores o un jardinero que se despistaba
al cortar el césped con la podadora. Yo le expliqué que no le iba a
pasar nada, que yo la iba a proteger. Amapoli, que es como se
llamaba, se sintió a salvo, cuando de pronto, un jardinero pasó con
la podadora y la iba a destruir. No sabía qué había ocurrido y me
salió una lágrima de tristeza porque le prometí que no le iba a
pasar nada. Entonces vi algo rojo muy vistoso… ¡ERA AMAPOLI! No le
había pasado nada, solamente la había rozado. Desde ese momento
juré que la iba a cuidar. Cogí una maceta y me la llevé a mi
habitación. Aquello me sirvió para estar pendiente de las cosas y
tratarlas con respeto.
Es muy bonito el cuento me gusta.
ResponderEliminarPues si Isabel esta muy bien.
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